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Cárceles arrastran viejos problemas
"El sistema carcelario ya caducó", dijo el ministro de Gobernación, Carlos Menocal, sobre la crisis de seguridad en las cárceles, cuya más reciente evidencia es que se tuvo que recluir en un cuartel militar a cuatro presos por casos de alto impacto...
POR HUGO ALVARADO
Podría parecer muy actual esta frase: "Estamos en el deber de arbitrar los medios para proceder a la construcción de una penitenciaría que reúna condiciones de higiene, de seguridad y de moralidad"; sin embargo, fue escrita hace 135 años, después la visita de una comisión a la cárcel de hombres de la ciudad de Guatemala.
José F. Quezada, miembro del grupo que inspeccionó la prisión —ubicada entonces en la 3a. avenida y 5a. calle—, sentenció que debían hacerse cambios para que, "lejos de ser escuelas de corrupción, donde se refinen los instintos de perversidad, como hasta hoy ha sucedido, sea lo que de veras tiene que ser: lugar de escarmiento y moralización".
A raíz de ese informe, presentado un 9 de julio, se ordenó construir la Penitenciería Central. Así lo documenta el sacerdote mercedario Antonio López Martín, en Cien años de historia penitenciaria en Guatemala, que registra los intentos por establecer un verdadero sistema correctivo.
El problema persiste
"El sistema carcelario del país ya caducó", dijo esta semana el ministro de Gobernación, Carlos Menocal, al ser consultado sobre la crisis de seguridad en las cárceles, cuya más reciente evidencia es que se tuvo que recluir en un cuartel militar a cuatro presos por casos de alto impacto: los hermanos Valdés Paiz y Diego Moreno, implicados en el caso Rosenberg, además del ex presidente Alfonso Portillo, cuya integridad física no estaba garantizada en ningún área del Preventivo de la zona 18, por lo que fue trasladado el miércoles recién pasado.
Menocal añade que la capacidad de las prisiones fue superada por el crecimiento de los grupos criminales, la ausencia de programas de reinserción social y la falta de profesionalización del personal penitenciario. El 90 por ciento de las 20 cárceles que están a cargo del Sistema Penitenciario fueron construidas hace más de un cuarto de siglo, por lo que su diseño no responde a la realidad criminal que vive el país, afirma el ministro.
Parte de ese debilitamiento se refleja en que los reos mantienen el control de las prisiones, persisten prácticas de corrupción y la infraestructura no cumple con las condiciones mínimas, a lo cual se suma la poca atención que le ha dado el Estado a esa institución en las últimas décadas. Menocal asevera que se planea construir una nueva cárcel, ahora sí de máxima seguridad.
Viejos problemas
La Penitenciería Central empezó a funcionar en 1881, cuando todavía no estaba terminada, porque en la antigua prisión de Santa Catalina había escasez de agua, falta de ocupación productiva de los reos, desorganización interna y, sobre todo, hacinamiento.
Fue diseñada para internar a 500 hombres, pero llegó a tener, dos mil 500, es decir cinco veces su capacidad, lo que la convirtió en un "antro de vicio, de miseria, de horror y de muerte", detalla López Martín.
Entre los problemas que esa instalación tenía a comienzos del siglo XX figuraba el control ejercido por los internos dentro de los centros, el consumo de drogas y la infraestructura defectuosa, que generaba motines y fugas.
Otro lugar, igual problema
En 1955 se estableció la Inspección General de Cárceles y en 1965 empezó la construcción de la Granja Modelo de Rehabilitación Pavón, que pretendía reinsertar a los prisioneros a través de procesos de reeducación. Empezó a funcionar "provisionalmente" en 1968 pero no sería terminada sino hasta 10 años después.
Los problemas persistieron, sobre todo por la sobrepoblación e instalaciones defectuosas.
Con el tiempo se construyó un centro anexo denominado Pavoncito, y también el Preventivo de la zona 18, pero en todos los casos las autoridades prácticamente fueron perdiendo el control de los penales.
El más reciente ejemplo de las deficiencias fue la construcción defectuosa de la cárcel de alta seguridad Fraijanes 2. Durante un motín, los reclusos destruyeron parte de las celdas y se evidenció la mala calidad de los materiales de construcción que se utilizaron.
Menocal explica que en la actualidad el cuadro de prisiones fallidas es completado por la falta de controles internos y la corrupción de guardias penitenciarios, lo cual permite que los presos tengan acceso a teléfonos celulares y otros objetos prohibidos por la ley.
El funcionario atribuye la actual debilidad del Sistema Penitenciario a la falta de presupuesto y también al poder del crimen organizado que opera desde adentro de las cárceles. Actualmente hay un exceso del 60 por ciento en las prisiones del país y hacen falta unos mil 150 guardias para que existan verdaderas condiciones de seguridad. Lamentablemente los recursos no son suficientes.
"Los presos de alta peligrosidad que están en las diferentes cárceles no tienen nada que envidiar a los grupos criminales internacionales en lo que respecta al grado de violencia que ejercen para atemorizar a la sociedad", refiere Menocal.
Marco Antonio Canteo, del Instituto de Estudios Comparados en Ciencias Penales, expuso que el pretexto de cada gobierno es la falta de presupuesto para presidios. Sin embargo, el verdadero problema radica en la falta de programas y una estrategia para retomar y mantener el control de las cárceles del país.
Por ello propone una reforma al Sistema Penitenciario que incluya la profesionalización del personal y programas de reinserción acordes con la realidad del país y del propio recluso.
Canteo indica que en el Acuerdo Nacional de Seguridad existen compromisos que el Ejecutivo no ha cumplido en lo referente a diseñar e implementar centros penitenciarios que formen y reintegren a las personas privadas de libertad.
El sacerdote Gonzalo Cano, delegado nacional de la Pastoral Penitenciaria, de la Conferencia Episcopal, expresa que la conducta de los presidiarios es ahora más agresiva que antes. "No era el mismo comportamiento hace 25 años", dice.
El objetivo de las cuatro granjas de rehabilitación era que los presos hicieran trabajos productivos, pero ahora los internos lo primero que intentan es fugarse.
Mario Mérida, militar retirado, experto en seguridad, manifiesta que Presidios es un sistema estructuralmente agotado. "No hay una política de seguridad encaminada a reducir los niveles de inseguridad y genere que las cárceles se descongestionen", afirma.
"La guinda que demuestra que el Sistema Penitenciario ya no funciona es que decidieron convertir las cárceles militares en reclusorios para personas civiles", añade Mérida.
Las autoridades se empeñan en efectuar redadas y mandar a la cárcel a los implicados, y eso agudiza el hacinamiento, durante el cual muchos reos aprenden nuevas formas de delinquir.
Gustavo Palma, sociólogo de la Asociación para el Avance de las Ciencias Sociales en Guatemala, opina que el problema de las cárceles del país es que el Estado es excluyente y no genera oportunidades. "El Estado debe proveer lo mínimo a la población, para prevenir el delito", expone.